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domingo, 16 de mayo de 2010

Tarde de otoño

No sé que tipo de tarde es, lo que sí sé es que estamos en otoño, pero más que nada por las fechas. Hoy no he visto el sol, sólo nubes y más nubes, y yo estoy un poco igual; apagado. Es una época mala, mala personalmente, o mejor dicho, emocionalmente. No tengo nada. Sí, tengo una casa donde vivir, una cama donde dormir, un plato para comer... por lo que no me debería quejar, pero a lo mejor es por eso, porque a pesar de las posibilidades que tengo no consigo ser feliz, no hago lo que quiero. Sé que hay muchas personas que están mucho peor que yo, pero eso tampoco me hace sentirme mejor, aunque sea consciente de que no me puedo considerar tampoco un desgraciado. Hace algo más de frío, pero sólo porque el sol no da calor. Aquí en Madriz la temperatura depende del efecto calorífico de los rayos solares frente el viento propio de Castilla que arrastra el frío de la nieve que cae en las dos sierras madrileñas. Jamás se me olvidará el efecto del clima madrileño en los canarios por ejemplo. Se pasan casi todo el año constipados. Bajo el sol hace calor, pero en la sombra o en cuanto hay una ráfaga de viento sientes el frío helado. A esto hay que sumar las calefacciones o los aires acondicionados de los medios de transporte y de los lugares públicos. Todavía no he visto caer las hojas amarillas de los árboles, incluso a veces ves a alguien en manga corta, pero la mayoría ya viste de abrigo, no muy gordo, pero por lo menos una chaqueta. Falta media tarde y toda la noche para que sea un nuevo día, un nuevo día esperemos, con más sol, más calor, más alegría. Es decir, mucho más positivo, por lo menos para mí. A veces hay que ser egoísta, pero tampoco lo soy tanto creo yo, ya que el sol sale para todos...

sábado, 1 de mayo de 2010

Como mueve su pelo...

Hace rato que ha salido el sol, y todavía suena la música por los altavoces. Es maravilloso estar en la playa mientras amanece, después de llevar toda la noche de fiesta. Comienzas bebiendo con los amigos, se va juntando gente que conoces, que no conoces, normalmente siempre gente deseada (especialmente si son del sexo contrario). A la tercera copa la cosa se empieza a animar, más o menos pasadas las doce de la noche. El calor aprieta, pero te refrescas mediante alcoholes rebajados con hielo y refresco y conversaciones.
Más tarde, cuando la cosa está bien animada, pasada la una y media, entras en los garitos. Normalmente los conocidos han desaparecido tal y como aparecieron. Quizás se quedan algunas personas más íntimas al grupo, o más solitarias y aburridas. Se juntan los efectos de la bebida, la música, la luz, ver los cuerpos moviéndose, rozándose, rozándote… te envuelves en un estado de semi-inconsciencia maravilloso, aunque puedas controlar perfectamente tus actos, pero simplemente te dejar llevar. Te quieres dejar llevar. Y es la situación ideal para hacerlo.
A las tres y pico, para algunos la hora “greenpeace”, es cuando se empiezan a juntar, a unir debido a las atracciones entre personas. Es el cenit de la noche, y su duración depende en gran parte de la atracción anteriormente descrita. Sexo, o simplemente unos intercambios de saliva mezclados con roces corporales mientras suena la música, preámbulo del sexo, pero que hasta dentro de dos o tres horas no comenzará…
Son las siete de la mañana. El sol está a nuestra altura, pero ya no hacen falta las luces, se ve perfectamente, aunque no da mucho calor. Verónica sigue moviendo todo su cuerpo al son de la música que ahora sale de un móvil. Su melena va escondiendo y enseñando su rostro al son de una canción de Magan y Rodríguez. Si me muriera ahora mismo no me importaría, éste es el recuerdo que me quiero llevar a la tumba.