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viernes, 23 de diciembre de 2016

Las fiestas

Me gusta la Navidad. No soy creyente, o por lo menos no creo en Dios de la manera cristiana y todo eso. También soy un ignorante sobre las religiones. Nunca me han interesado. Sí, estoy bautizado, incluso he hecho la comunión, pero apenas me sabía el Ave María, y no creo que, en los dos años para prepararla, fuese más de 5 o 6 veces a misa. Ahora mismo, me equivoco si recito el Padre Nuestro. Tampoco tengo nada en contra de ella, hay a mucha gente que le viene bien, y algunos miembros que hacen de este mundo mejor, de lo que estoy en contra es de su excesivo poder en un país supuestamente laico, de su corrupción y, por supuesto, de los miembros que se aprovechan de tener un puesto en él, y más si es para hacer algo tan terrible como para abusar de menores. Eso sí, los valores católicos/cristianos (ni siquiera conozco la diferencia) los tengo bien impartidos, supongo que como la mayoría de los que nuestros padres se han criado en una dictadura de creencias tales.
Pero me gusta ese ambiente festivo, esa cordialidad general que impera más que en el resto del año (en general, como en cualquier fiesta, desde mi punto de vista) y, sobre todo, que ves más a personas que no sueles ver.
Sí, también los regalos, pero casi más regalar que recibir (se agradece, por supuesto). Supongo que será esa educación capitalista, en este caso consumista de que comprar produce placer...
Hay que ver lo cursi que me ha quedado, supongo que serán el ambiente

jueves, 22 de diciembre de 2016

La suerte

Suerte. Suerte es encontrarte con la chica que te gustaba cuando eras pequeño, demasiado tímido para decirle nada, que ahora te guste incluso más y que, a ella le pase lo mismo. Si ninguno de los dos se decide a decir nada no es mala suerte, es ser gilipollas.
Mala suerte no es que toque el Gordo al lado de donde trabajabas o de donde vivías, incluso de donde lo haces ahora y no has comprado.
Tampoco es vivir en un país maravilloso donde se aprovechan del ciudadano precisamente por eso, porque saben que tienen más aguante que en uno donde, cueste más vivir, y por ello, al ciudadano le hacen la vida más fácil.
Suerte es tener unos padres con los que nunca te faltara de nada, que te hayan educado, enseñado la vida, potenciado tus aptitudes y mejorado las que no llevabas muy bien y, sobre todo, darte la confianza necesaria para luchar por vivir (que no sobrevivir) como quieras.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Los otros

Nos encanta hablar de los demás, opinar sobre su vida. Bueno, en realidad, criticar lo que hacen. Siempre uno está peor, siempre. Es que tú no sabes lo que me pasa, eso sí, yo hablo de ti y de tus circunstancias como si las conociera mejor que tú mismo. Tú qué sabrás. Y, casi siempre, se critica de las cosas que no son objetivas, de aquellas que no se pueden valorar mediante medios comunes. Qué bien vives. Nos unimos para criticar a tal persona, después con esa persona a la que has criticado para poner a parir a quien te apoyó a criticarlo.
Ese punto de vista negativo, el yo estoy peor, yo más desgraciado, esa lucha por la compasión, por la envidia, aunque luego no te cambiaríais por esa persona, porque claro, más vale lo malo conocido que lo bueno y maravilloso por conocer, esa pelea por conseguir la compasión de los demás, eso que te miren y puedas leer en sus ojos: "pobrecillo". Esa postura belicosa sin razón tan eterna que hace que nos destruyemos como conjunto y, por tanto, también como individuo. Esa guerra con los otros.

jueves, 15 de diciembre de 2016

La lluvia

Oía llover a pesar del cristal insonorizado. Sabía que no era verdad, que era su cabeza, que le ponía sonido a cada una de esas gotas que se estampaban contra los paraguas, la tela de las capuchas y abrigos o el pelo de los incautos que habían cometido la temeridad de no ser precavidos.
Eso era lo que le diferenciaba de una loca, que era consciente, se dijo.
Haría unos diez minutos que no se acabó el café. Casi pide otro, como un acto reflejo, pero se supo contener, sabría que tres en un día le sentaría mal. Tenía la tentación de pedir una infusión, pero le habían educado con el pensamiento de que eso era para los que estaban malos, y no quería dar esa sensación a los demás. Miró a su alrededor. Nadie la conocía. Se podría pedir una cerveza, ya había acabado su turno, pero no le gustaba beber en el hospital, sería un desorden en su cabeza. Donde tengas la olla no tengas... No se le ocurrió nada que le valiese para describir su pensamiento de que no había que mezclar trabajo y ocio.
Estaba cansada. Ojalá se pudiera teletransportar al sofá, incluso amodorrarse, y cuando recuperara fuerzas, ya comería algo. No le apetecía pedirse algo de comer, pero seguramente era la mejor entre todas las posibilidades. Vio la tortilla y se pidió un pincho y una cocacola.
Había recuperado fuerzas. Sin llegar a verse optimista, decidió que lo haría aquella tarde, cuanto antes mejor. Se subió la cremallera hasta arriba y agarró el paraguas con ganas.
Sorteó varillas que iban directas a sus ojos -siempre pensó que era demsiado alta- y consiguió llegar a la parada del bus. Le tocó de pie cuando se subió, rodeada, acolchada en cada frenazo y sacudida según el tráfico caótico por abrigos y grasa que cubría los cuerpos, y llegó a su destino en poco más de media hora.
Llamó como siempre, tres golpes cortos, rápidos, y dos más prolongados y espaciados. Enseguida oyó a su madre decir su nombre. Qué alegría, hija, continuó alegre, mientras cerraba la puerta y le invitaba a comer uno de los dulces que llenaban la mesa camilla del cuarto de estar. Ella negó con un gesto y se quedó de pie, casi de espaldas a su madre, mirando por la ventana como llovía. Ahora, si podía oír como el agua se golpeaba contra el suelo del balcón o los cristales. Ignoró las peticiones de que se quitara el abrigo y las botas -me lo vas a poner todo perdido- y cuando calló, soltó.
-Lo sé.
-¿El qué? - contestó automáticamente su madre, aunque su cara mostraba el temor de que ya lo sabía.
Siguió mirando llover desde aquel ventanal, como aquel día en que la dejaron en esa casa después de acordar la suma.

miércoles, 19 de octubre de 2016

La interrupción

Se oían muchas cosas: los pájaros, el mar, incluso voces de personas. A veces también al otro lado de la puerta. Al principio, se dirigían a él, de manera poco amable, cuando le traían la comida; ahora ya ni eso. El aviso era el sonido metálico de la bandeja al golpear contra el suelo. Durante los primeros días, enseguida su cabeza se adaptó a los horarios, tanto, que clavaba el momento en que se lo traían. Más tarde, se percató de que los rayos que entraban por los barrotes hacían de reloj de sol.
Después, se desentendió del tiempo y se pasaba las horas mirando a través de la ventana. Desde su posición, sólo veía el cielo, pero esa indefinición en los detalles hacía que su imaginación volara más libre, creando nuevos escenarios sin parar, yendo de uno a otro hasta que el sonido metálico lo interrumpía para comer, para sobrevivir y así continuar soñando.

martes, 4 de octubre de 2016

Doña Teresa Mendoza

Este final de verano me volví a leer La reina del sur, de Arturo Pérez-Reverte. Supongo que sería por tanto mar que aparece, y por eso me apetecía disfrutarla en este verano en el que apenas he disfrutado en la costa unos pocos días, aunque más que en los últimos años. La carencia del madrileño.
Lo que más me ha sorprendido es que la he disfrutado bastante más, a pesar de que ha supuesto una lectura mucho más racional al conocerme la historia, (reconozco que había partes que las había olvidado, la primera vez fue hace unos cuantos años). Tanto, que ahora mismo pienso que es mi novela favorita y, cuando la vez anterior, sólo me pareció bastante buena, pero lejos de ese puesto. Y eso que he leído bastante más desde entonces.
Puede que porque me resulta tan fresca y tan actual, o más como hace seis años, y eso que fue escrita en el 2002, con una temática, por desgracia bastante actual. Puede que haya mejorado mi comprensión lectora (esto lo dudo, ahora me distraigo mayor facilidad) o que he aprendido a mirar lo que leo de otra manera.
Sea lo que fuese, me parece una novela que tiene todo: amor, filosofía, meditación sobre las relaciones y el comportamiento humano, y cuando se ve de verdad, en situaciones extremas, un ritmo tremendo, combinando a la perfección cuando hay que acelerar y cuando hay que ir poco a poco, describiendo los detalles, y con mucha acción, sin ser para nada gratuita.
Pero sobre todo, con un personaje, una protagonista, que te enamora, literariamente hablando, por supuesto. Dudo mucho que haya alguien que no se identifique con ella, que no se embriague con su carisma silencioso o, como mínimo, que no tenga curiosidad por qué le deparará su destino, por  eso me cuesta que el autor no haya continuado de alguna manera la historia o no haya metido a Teresa Mendoza, (la protagonista), en otra novela. Después de la lamentable (en mi opinión, y en la de mucha gente, incluido el propio Arturo Pérez-Reverte) de la telenovela protagonizada por Kate del Castillo, habrá que ver la adaptación de USA Network, estrenada este verano.

lunes, 22 de agosto de 2016

Reconocernos hasta fundirnos

Vamos a hacerlo tranquilitos, despacio, como la primera vez que es, poco a poco. La primera, entre nosotros.
El inicio: nos olemos. Sí, ambos nos lavar con gel, de echar desodorante y perfume, pero ya lo estamos mezclando con nuestro propio olor, nuestro sudor, sólo con los nervios y la tensión que nos inunda, al igual que inundaremos esta habitación de olores y fluidos. Las aletas se levantan, se ponen en movimiento.
Después, nos escuchamos. Sin hablar, sin siquiera abrir la boca, si acaso para dejar irse el aire que nos ahoga en nuestro pecho, que le quita espacio al corazón para tener más espacio para retumbar, darnos cuenta de que nos está haciendo daño en el pectoral izquierdo al oír la respiración del otro. Así. Oírnos estar. Oírnos vivir. Sentirnos con las orejas, desde lejos, hasta que el sonido del otro lo conozcamos de tal manera como si fuera propio, como si no pudiésemos distinguirlo del que emiten nuestros pulmones, nuestra nariz, nuestra boca.
Luego mirarnos. De primeras, no nos vemos, hasta que nuestros ojos se convierten en los de un gato y nos reconozcamos. También está la distancia, demasiado corta, como nuestros padres cuando se hacen mayores y necesitan alejarse los papeles para leerlos todo lo que les dé el brazo. No podemos extenderlos porque nos bloqueamos con el cuerpo del otro. No nos acercamos, no hacemos esfuerzos sino que somos dos imanes, dos polos opuestos que se atraen, que por arte de magia se aproximan hasta que están, estamos pegados.
Nos tocamos, nuestros poros están imantados, en cuanto estamos a la suficiente distancia se expanden hasta que se tocan, y después no se pueden separar. Ahora sólo podemos movernos para encajarnos, para rodearnos, cambiar de forma en este nuevo ser que somos unidos. Cogemos diferentes formas que son imposibles de crear de manera independiente, porque ahora somos otra cosa. Por supuesto mejor.
Nuestro tacto ha pasado al siguiente nivel, ahora nos probamos, el gusto recorre todo el camino que ha hecho el tacto. Los dos sentidos se intercambian, se ceden el paso, comparten viaje, toman diferentes direcciones para volver hasta que el viaje se vuelve plácido y pleno y ya hacen que todo el territorio sea propio porque nos fundimos y somos uno.

sábado, 13 de agosto de 2016

El pregón

Corriendo, todo el día corriendo. Lo desmonto mientras llego a la cama, guardo cada pieza en su correspondiente departamento, lo meto en la maleta y hala, hasta otra. Con otro pelo, ya sea color o corte, otro tono de piel, otros ojos. Y, por supuesto, otro tipo de ropa. Y las gafas, lo que me gustan las gafas, y no me ha dado tiempo a ponérmelas.
Saludo al hombre que está dormido en la recepción -no se despertaría ni aunque soltara una ráfaga en la pared que está a su lado- y camino lo más rápido que puedo hasta el coche. La gente no se fija en mí, está pendiente de lo que ocurre al otro lado del pueblo, del alcalde desangrándose encima del escenario, delante de las damas de honor, que lloran mientras intentan esconderse y la gente hace que huye pero en realidad no se mueve, porque les interesa más ver lo que está sucediendo que ponerse a salvo. Pues yo no voy a ser de esos.

sábado, 9 de julio de 2016

Marseille en serie

Marseille es la primera serie francesa producida por Netflix, protagonizada por, seguramente, el actor más famoso internacionalmente del país galo: Gérard Depardieu. Además, el argumento es una intriga política sobre la ciudad y las próximas elecciones de la alcaldía de la ciudad, comparada con House of Cards, sobre todo.
Con estos préambulos, tenía muchas ganas de empezarla. Sólo se ha grabado una temporada, estrenada hace tan sólo un par de meses. Ocho capítulos de unos cuarenta minutos, en menos de quince días te la puedes cargar, así que me puse a ello.
En general, me gusta la metáfora que utiliza Mario Cerdeño (@MarioCS1985) en su reseña sobre la serie en eldiario.es (http://www.eldiario.es/clm/lunes_seriefilos/Marseille-experimento-politico-fallido-Netflix_6_516258384.html), "vendida como un Lamborghini pero con los componentes de un utilitario". Y es eso, una producción espectacular, visualmente impecable, pero con un guión predecible en este tipo de ficciones, casi cotidiano, del que ya estamos más que habituados, con apenas algún giro inesperado, que tira para adelante como puede y poco más.
Con la música tengo un problema: me gustan mucho las canciones elegidas, pero apenas aportan, mera decoración accesoria. Eso sí, la ráfaga, o mejor dicho, la nota (porque es tan sólo una nota), que emiten entre escena y escena mientras aparecen planos de la ciudad (extraordinarios), propia de una película de miedo, no es que no aporte nada, sino que es totalmente irrelevante y confunde, incluso le'estropea' el hilo de la trata al espectador. Aparte de repetitiva, que cansa e incluso irrita.
En el plano interpretativo, los actores están demasiado encasillados, encerrados en su rol, más que papel, designado. Con apenas desarrollo de los personajes, con pocas muestras expresivas, dotados de una frialdad que concuerda con el tema principal del argumento, pero que en muchos casos, le quita credibilidad. Los dos únicos personajes que tienen cierto recorrido psicológico son las mujer e hija del protagonista, Rachel y Julia Taro. La primera es mediante un suceso personal, que le impide realizar la actividad por la que vive, con lo que le inunda la sensación de inutilidad. La segunda, comienza siendo totalmente irrelevante, decorativa para la trama, pero acaba siendo casi el motor, casi superando a los dos protagonistas, los dos candidatos a la alcaldía.
El personaje de Lucas Bàrres (Benoît Magimel) sólo cambia al destaparse, al inicio de la serie, y descubrir quién es de verdad, cuál va a ser su rol en la serie, el de antagonista. a pesar de su supuesta importancia y minutos en escena, no suma nada, simplemente cumple su papel, a veces con expresiones y posturas que recuerdan a la parodia.
Una vez completada, me recuerda mucho más a Crematorio que a  House of Cards, no sólo por compartir mar (aunque la luz que refleja es muy diferente en la Costa Blanca y en la Costa Azul, como sus propios nombres señalan), si no también por su sentido 'local', más concreto, más a pie de calle, individualizada y cercana, que en el poder casi omnipotente que protagoniza Kevin Spacey. Incluso en detalles de guión. Estoy convencido que el creador (Dan Franck) se ha visto y ha tomado apuntes de la adaptación de la novela del difunto Rafael Chirbes.

lunes, 13 de junio de 2016

Como ejemplo

No creían en ls custodia compartida, les parecía obligar a su hija a llevar una vida distinta cada quince días, y, además, siempre le faltaría la otra mitad. Tampoco querían involucrar a otras personas. Era su hija y su responsabilidad, eso lo tenían claro desde que decidieron tenerla. A no ser situaciones de fuerza mayor, y siempre priorizando en sus propias familias. Con esas personas estarán vinculadas toda la vida, y con sabían que las parejas podían romper, ir y venir. El amor era muy alterable en el tiempo, tenían de ejemplo el suyo propio.

viernes, 27 de mayo de 2016

Como un relámpago

Pues todo lo contrario, esta novela puede ser todo menos un relámpago. Eso sí, como un relámpago ocurre el suceso que desata la acción. Blitz va mes a mes, describiendo un año en el que cambia la vida del protagonista, aunque en enero es cuando se desarrolla el grueso de todo. El resto de meses son simples anotaciones, consecuencias de ese primer mes, hasta que llega diciembre, en el que se resuelve la historia.
Desamor, y en más pequeñas dosis, crisis económica, laboral, existencial y diferencias culturales en un viaje a Múnich.
La estructura es muy sencilla, la acción muy lenta, centrándose en los sentimientos y pensamientos del protagonista, con una introducción que ocupa la mayor parte.
Es una novela de David Trueba, se percibe enseguida, más cerca de la anterior, Saber perder, pero que si comparas ambas, claramente pierde la última, más porque era muy difícil llegar a ese nivel, esa contundencia emocional de la que te sentías tan indentificado a pesar de que fuese en un personaje, de primeras, tan distinto al joven de a pie.
El protaginista de Blitz también transmite mucho aspecto emocional de los jóvenes (más de treintañeros que de veinteañeros) pero de manera más superficial, y tan sólo de un hecho concreto, en este caso, el desamor.

sábado, 16 de abril de 2016

De olé

Tengo un problema, no sé si os pasará a vosotros; cuando escribo a mano (sí, a mano, eso de coger un bolígrafo y hacer garabatos en un papel que intentan parecerse a letras) a veces separo demasiado el redondel que va primero en la letra "d" del palito que la finaliza, con lo que parece que en lugar de poner "d" pongo una "o" y una "l", por lo que, al escribir "de" se puede confundir con "ole". Y "dé" con "olé", obviamente.
Semánticamente, no le veo ninguna coincidencia ni parecido, pero hay algo bueno en esta falta de precisión en mi mano al escribir, y es que, cuando leo "ole" aunque por el contexto sepa que es un "de", me pone como alegre, porque recibo el significado de esa expresión que tanta positividad y feedback positivo aporta.
Así tengo la cabeza, querido lector y/o lectora.

miércoles, 27 de enero de 2016

Cómo conocí a vuestra madre

-Papá, ¿por qué siempre nos dices que comamos fruta? Es un rollo.
-Pues porque es muy buena para la salud y, además, gracias a la fruta conocí a vuestra madre.
-Venga ya,,.
-Qué sí, os lo voy a contar.
>>Cuando era niño me pasaba como a vosotros, no me gustaba la fruta. Bueno, en realidad era que no me gustaba pelarla, era un rollo, como decís vosotros. Los abuelos siempre estaban con la fruta dichosa.
>>Una tarde, me dejaron solos. Tenía hambre, muchas ganas de comer chocolate. Antes no había bollos y nos daban para merendar pan con chocolate. Sí, no pongáis esas caras. Pues busqué en todas partes y no había. Tampoco había nada dulce, o al menos no lo encontré. Sólo fruta.
>>No me quedó más remedio que comerla y, no sé por qué, ese día me supo riquísima: el zumo, lo dulce que estaba... me comí cuatro mandarinas y dos manzanas. Creo que todavía recuerdo el sabor en la boca.
>>La semana siguiente hubo otra tarde en la que los abuelos me dejaron solos. Cuando me entró hambre, fui a la cocina, pero en lugar de buscar chocolate, busqué fruta. No había. Claro, después de la primera, comía bastante más de lo que solía hacerlo, y se compraba la misma que antes. Me comí el chocolate con desilusión. Cuando llegaron vuestros abuelos les eché una buena bronca. Ellos se rieron y me dijeron: 'toma, diez euros y te encargas tú de comprar la fruta'.
>> Al día siguiente, nada más llegar del cole, me fui a la frutería. Allí busqué la fruta que quería y llenaba cada bolsa metiendo todas las piezas que podía. Al ir a coger las peras, se me adelantó una mano y la toqué. Era una chica de mi edad, muy guapa, con unos ojazos verdes... Al principio me echó una buena bronca. Yo casi la agradecí. Ya tenía otra razón para comer fruta, coincidir con esa chica.
>>No la volví a ver hasta que pasaron tres semanas. Comía cada vez más fruta, en parte, para ir más veces a la frutería y encontrarme con esa chica. La dije hola, pero apenas me salía, de lo nervioso que estaba. Me ofrecí a ayudarla. Poco a poco, en cada encuentro, nos hicimos amigos, novios, y ahora es vuestra madre...
Los dos pequeños se quedaron con la boca abierta, la mayor me miraba con atención. Continué.
-Así que ya sabéis, la fruta sólo os puede traer cosas buenas, aparte de que es muy sana.
La mayor, ahora me miró con esos ojos tan listos, y me dijo:
-¡Venga ya! ¡Si me dijo mamá que os conocisteis en la uni! No cuela papi.
-Vale, era una argucia, pero comeros la manzana. Os la doy ya pelada y todo...

martes, 12 de enero de 2016

Apetecer

Me preguntó qué me apetecía beber.
-Ron con cola -le dije.
-No, de verdad. Qué te apetece beber. No te preocupes, yo lo pago. Lo que quieras, pero lo que de verdad te apetece beber ahora mismo.
-¿Lo que me apetece o lo que me gustaría beber?
-Explícate.
-A ver, una cosa es lo que me apetece tomar, y otra lo que me gustaría probar, comprobar a qué sabe, porque, en realidad, no te puede apetecer tomar algo que nunca has tomado, que no conoces su sabor, pero sí te puede apetecer saberlo, por curiosidad, porque te llama la atención y quieres experimentarlo.
- Tienes razón, no es lo mismo. Lo que quiero es que pidas lo que te apetece tomar ahora, no probar. Quiero saber quién eres, conocerte. Ya tendremos otro día para experimentar, para que sepa qué quieres, a dónde quieres llegar. Qué quieres ser...

domingo, 10 de enero de 2016

Libros de 2015

-Verano rojo BERNA HABOUR GONZÁLEZ
Dos adolescentes aparecen muertos en circunstancias parecidas a más de cuatrocientos kilómetros de distancia. Novela negra donde la comisaria Ruiz le pone su toque distintivo. Entretenida.

-Un hombre sin aliento PHILIP KERR
A Bernie Gunther le mandan investigar la autoría del asesinato de miles de personas en una fosa descubierta en la ciudad de Smolensk. Interesante relato policíaco en el que se muestran las atrocidades del ejército nazi y el ejército soviético.

-La ciudad MARIO LEVRERO
Un hombre sale de una casa a buscar provisiones. A partir de ahí se ve envuelto en una serie de situaciones en las que no tiene el mando. curioso relato metafórico sobre la vida real.

-Los cuerpos extraños LORENZO SILVA
Esta vez, Bevilacqua y compañía marchan al Levante político en el que una alcaldesa ha sido asesinada. Allí, verán una maraña de corrupción y lucha por el poder. Muy bien realizado el marco, cuesta que entre la acción. Entretenida, sobre todo al final.

-Alguien se acerca BENJAMÍN PRADO
Un hombre, harto de la rutina, cae en un hostal en las afueras junto a la carretera. Allí se convierte en un trabajador del hostal, donde descubre una historia más negra de lo que parece.

-Nunca le des la mano a un pistolero zurdo BENJAMÍN PRADO
Dos amigos buscavidas se ven envueltos en varias historias truculentas y muy oscuras.

-Tocarnos la cara BELÉN GOPEGUI
Las relaciones dentro de un grupo de teatro alternativo y sus reflexiones sobre el teatro y la vida.

-Muerte de Sevilla en Madrid ALFREDO BRYCE ECHENIQUE
Un peruano, junto un ecuatoriano, un colimbiano, un estadounidense y un japonés viajan a Madrid gracias a ser ganadores de un sorteo. En esta ciudad, nuestro protagonista, le sucederán varias situaciones que le alterarán. Cuento de humor negro.

-Sangre a borbotones RAFAEL REIG
Primera novela del detective Clot, donde, a través de una utópica España, busca a varias mujeres desaparecidas. Surrealista y paródica novela negra genial.

-La bella durmiente MIRIAM REYES
Colección de poemas de la gallega, contemporáneos, sin pelos en la lengua y hablando de lo más íntimo sin ninguna vergüenza.

-Las tres bodas de Manolita ALMUDENA GRANDES
La señorita "conmigo no contéis" se baja de la burra y ello le lleva a, por fin, sentirse viva. Tercera entrega de la madrileña sobre la Guerra Civil, esta vez centrada en el Madrid de posguerra.

-La patria de todos los vascos IBAN ZALDUA
Un profesor vasco se va a dar clases a una UNiversidad de Alaska para alejarse de su tierra y olvidarla. Curiosa, casi un reportaje sobre este lugar.

-La caída de los gigantes KEN FOLLETT
Las explicaciones políticas y sociales de la Primera Guerra Mundial convertido en novela, de la manera que lo hace el autor. Una manera muy amena y entendible de aquel lamentable suceso.

-Salvador Dalí según su hermana ANA MARIA DALÍ (biografía).
Infancia, adolscencia y juventud del genio pintor visto desde el lugar de su hermana.

-Nada grave ÁNGEL GONZÁLEZ (poesía).
Poemas pesimistas en un tono irónico, esa mirada negativa pero que al final se resigna y sabe que, en el fondo, merece la pena.

-Iceberg BENJAMÍN PRADO (poesía).
Colección de poemas de todo tipo, especialmente centrados en los aspectos internos de las personas contemporáneas.

-Don Quijote de la Mancha, parte I MIGUEL DE CERVANTES
Primera parte del libro más famoso del mundo. Mérito, muchísimo, pero por desgracia ya se le ha parodiado/copiado/homenajeado demasiado para que sorprenda de alguna manera, aparte de por la antigüedad que tiene y el lenguaje, costoso para la actualidad.

-La añoranza del héroe JOSÉ OVEJERO
Un revolucionario acaba su vida descubriendo lo que es.

-Los asesinos ocultos ROBERT WILSON
El inspector jefe Falcón se encuentra metido en un nuevo caso en el que se mezcla, además de asesinatos, terrorismo y servicios de inteligencia. Gran novela sobre la saga, la mejor en mi opinión. La única pega es que, quizá, el final sea algo apresurado para el ritmo que tenía la novela.

-Habitaciones separadas LUIS GARCÍA MONTERO
Selección de poemas donde la nostalgia, la casualidad y el día a día se mezclan. Poesía del siglo XX.

-EL silencio de las sirenas ADELAIDA GARCÍA MORALES
El amor, sobre todo platónico, que a veces creamos porque lo necesitamos, aunque esté muy lejos de la realidad. Gran novela corta sobre el tema.

-Qué raros son los hombres JOSÉ OVEJERO
Selección de cuentos del autor en el que muestra, como el propio título indica, historias de hombres que no son precisamente los estereotipos del sexo masculino. ¿O sí?

-La ignorancia de la sangre ROBERT WILSON
Cuarta y última entrega de la saga del inspector Falcón. Clara continuación a 'Los asesinos ocultos', donde los sucesos se alejan de Sevilla pero se acercan más a su vida personal.

-Los peces no cierran los ojos ERRI de LUCA
El verano de un niño que se hace mayor tras conocer a una chica de más edad en una zona costera de la isla de Nápoles. Gran reflexión sobre la vida y, especialmente, del amor.

-Bodas de sangre FEDERICO GARCÍA LORCA
Una de las obras cumbres del autor y del teatro español en el que se expresa la fuerza de la atracción, el simbolismo del campo andaluz y las relaciones interpersonales.

-Recuérdame que te odie ÁLEX de la IGLESIA
Como en sus películas, una locura surrealista, donde convierte la novela en un cómic sin viñetas ni bocadillos. Muy entretenida y con el mismo ritmo que sus películas.

-Te trataré como una reina ROSA MONTERO
tres historias de tres mujeres que se cruzan en el postfranquismo, mostrando el nivel de la sociedad de entonces sobre las mujeres, los hombres y las relaciones entre ambos sexos.

-Así empieza lo malo JAVIER MARÍAS
El joven De Vere se ve envuelto, aunque con gusto, en los líos personales de su jefe, el director de cine Eduardo Muriel. Una reflexión sobre las relaciones y la confianza que se deposita en los demás.

-La noche no tiene paredes J. M. CABALLERO BONALD
Poemas hechos como se han hecho siempre centrados en la noche, la oscuridad, la nostalgia y la oscuridad.

-La verdad sobre el caso Harry Quebert JOËL DICKER
Un joven escritor, tras vivir el éxito con su primer libro, se ve con la enfermedad del escritor. Por ello, visita a su mentor y se metido en grandes conflictos que le llevan a escribir su segunda obra. Metaliteratura y visionado del éxito y la literatura actual.

-Mercado de invierno PHILIP KERR
Un segundo entrenador de un equipo inglés de fútbol vive en primera persona todo lo que no ve el aficionado.

-Lo que hay en el fondo LLUÍS OLIVÁN SIBAT
Un hombre de familia tiene su vida solucionada. Un día, su amor de la adolescencia le visita. Por ello, vuelve a revivir su pasado, tan lejano como casi olvidado.