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jueves, 30 de diciembre de 2010

libros 2010

En esta fecha tan señalada y tan tardía dentro de este año que se acaba pongo a continuación la lista de los libros que me he leído, por si a alguien le interesa. Señalar que en este año terminé "la reina en el palacio de las corrientes de aire" de Stieg Larsson, y que me estoy leyendo "el corazón helado" de Almudena Grandes y "lo que sé de los hombrecillos" de Juan José Millás, libros que no creo que termine en las horas que nos separan del 2011, aunque este último sea corto, pero también lo acabo de empezar. ¡¡¡Feliz año!!!

-la soledad de los números primos PAOLO GIORDANO
-cuarteto MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
-Jackie Brown (cocktail explosivo) rum punch ELMORE LEONARD
-la habitación cerrada PAUL AUSTER
-ciudad de cristal PAUL AUSTER
-mariposas en la nieve LOLA BECCARIA
-fiebre JAVIER MARÍAS
-escapando de la parca JOSH BAZELL
-la estrategia del agua LORENZO SILVA
-la reina del sur ARTURO PÉREZ REVERTE
-el club de la lucha CHUCK PALAHNIUK
-saber perder DAVID TRUEBA
-el cuaderno rojo PAUL AUSTER
-el principito ANTOINE DE SAINT-EXUPERY
-la ciudad JUAN JOSÉ MILLÁS
-la casa de los espíritus ISABEL ALLENDE
-el caballero de la armadura oxidada ROBERT FISHER
-tombuctú PAUL AUSTER
-un asunto de honor (cachito) ARTURO PÉREZ REVERTE
-la piel del tambor ARTURO PÉREZ REVERTE
-seis tumbas en Munich MARIO PUZO
-invisible PAUL AUSTER
-días aún más extraños RAY LORIGA
-el viaje íntimo de la locura ROBERTO INIESTA
-la muerte de Amalia Sacerdote ANDREA CAMILLERI
-historias del calcio ENRIC GONZÁLEZ
-caídos del cielo RAY LORIGA
-el señor de las moscas WILLIAM GOLDING
-Glamourama BRET EASTON ELLIS
-Marina CARLOS RUIZ ZAFÓN
-lo peor de todo RAY LORIGA

martes, 28 de diciembre de 2010

algo más

Sé que lo notas. Y sé que te has dado cuenta de que yo también lo noto. Ese fluir en ambos, como si estuviéramos los dos solos metidos en una barca río abajo sin poder hacer nada para frenarla. Y sin querer hacer nada por parar esa corriente que nos llevará a caer por esa catarata, por ese deseo imparable, a pesar del vértigo que produce, pero es mucho mayor el fuego, el deseo.
Puede que no esté bien. Puede que no sea lo correcto, y mucho menos lo prudente. Pero es lo que hay. Algo más fuerte que todo eso. Un impulso que el cerebro con su racionalidad no puede ni sabe controlar. Es algo más. Algo que no se puede explicar; ni por métodos científicos ni haciendo caso a la lógica. Algo totalmente irracional.
Mañana puede que utilicemos de excusa la botella de este maravilloso ron que nos estamos bebiendo, las luces bajas y de color azul, la música, el reservado, el calor de este final de primavera que estamos soportando, tu pelo, el mío, tu vestido, mi camisa y mis pantalones… lo que sea, pero los dos somos conscientes de como va a acabar esto. Y ya no hay marcha atrás.
De momento nos hacemos l@s loc@s, hablamos, nos sonreímos, nos miramos, nos acercamos cada vez más, poco a poco, pero sin llegar a tocarnos, porque una vez que se encienda la mecha sabemos que nadie podrá evitar la explosión, y no seremos nosotr@s, ni mucho menos quienes hagamos ni siquiera el amago de ello.
La botella ya está vacía, el camarero demasiado demandado para recordar la existencia de esta zona,los hielos sudando, al igual que nuestros poros, posiblemente por el calor que desprendemos. Creo que es el momento para hacerlo; te ofrezco huir de aquí, juntos, solos, como si supiésemos que ha llegado el Apocalipsis y al primer sitio donde va a mirar sea en esta discoteca. Unidos, hilados por nuestras manos derechas, esquivamos a los que la muerte ha citado con anterioridad hasta alcanzar la salida, donde el contraste de las luces bajas y oscuras que dejamos atrás con la extrema luminosidad del foco de la puerta y de las farolas de la calle. Ese cambio hacia colores claros alcanza su cenit en el blanco del taxi, que está en la puerta y nos recoge para conducirnos a nuestro refugio, donde aprovecharemos las últimas horas de nuestra vida, de esta vida que vivimos ahora, aún sabiendo que mañana cuando nos levantemos, habremos dejado de vivir esta vida, para empezar a vivir otra vida.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Un domingo cualquiera

La acera está llena de hojas amarillas y mojadas por la lluvia que se acaba de extinguir; un peligro, pero aún así conseguí caminar por encima de esa trampa mortal durante cuarenta minutos.
Me cruzo con todo tipo de fauna, sobre todo pijos, pero es que me gusta pasear por su hábitat y observarles; una especie de afición antropológica que tengo.
La noche está oscura, o mejor dicho, esta noche la ciudad esta oscura, por lo menos si la comparamos con otras noches. La luz de la luna no cumple con su labor porque lo evitan las nubes recién descargadas, apenas hay coches que iluminen las calles, hay un par de farolas cada ciertos metros que no funcionan y las tiendas cerradas, con la consecuente falta de luz en escaparates y letreros. Un domingo cualquiera.
Mis cascos despedían narraciones y comentarios de partidos retransmitidos por la radio, en lugar de la habitual música que lo hace otros días y en otros momentos.
Apenas te cruzas con gente, la mayoría son críos o parejas que pasean en un encuadre tan romántico y otoñal como éste. También alguna persona en solitario, normalmente una mujer de mediana edad, supongo que volviendo de ver a su madre. Lo único que hay abierto son cafeterías y bares. En las primeras se ven parejas y amigas conversando al calor de un café humeante, al cual se le agrade incluso que esté ardiendo cada vez que se da un sorbito. Paradas entre la ida y la vuelta del paseo. En las segundas la gente está viendo el fútbol, aunque los equipos locales ya jugaron ayer, por lo que no están ni mucho menos completos.
De repente dejo de oír la radio, todo está lleno de polvo, como si una nube inundara la calle, que comienza a estar más iluminada y ajetreada, mientras noto un líquido ardiente que desciende por la parte izquierda de mi cuello.