Pero, ¿se puede vivir sin ceder nunca a ellos? ¿siendo siempre frío como un helado sin salir del congelador? O planteado de otra manera, ¿merece la pena la vida si no disfrutas, si no cedes no haces aquello que te apetece, que ansias, que deseas, que quieres hacer, aunque sepas que te perjudicará?
El ejemplo más sencillo que se me ocurre es el dicho aquel de "un segundo de placer en la boca y toda la vida en la cadera". Aparte del posible sexismo de la frase, supongo que será de la elección de cada uno, de sus prioridades.
También puede consistir en regularlo. Dependiendo de lo fuerte que estés en cada momento, saber caer en cada tentación, ser consiente de que no te dañará demasiado, pero eso es otra forma de racionalizarlo, de calcularlo. además, siempre se te puede ir de las manos; es muy difícil controlarlo. Así que, será como todo, conocerse a sí mismo todo lo posible para poder tomar las opciones más adecuadas y saber ceder o no a determinados impulsos dependiendo del momento, pero sin dejar de ser humanos, sin convertirnos en meros robots. Disfrutar todo lo posible evitando sufrir demasiado para que nos dañe.
<<No lo hagas.>>
¿Cómo?
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Pero debo hacerlo. Alguien ha de estar con ella.
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Está aterrada. Me voy.
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