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jueves, 13 de diciembre de 2018

La fastidiosa mosquita con su lengua veloz me empapaba la cara con su saliva corrosiva que iba y venía como un viva en una entrega de medallas o en la celebración de un Mundial, por eso corrí y corrí hasta no poder más, pero siempre me alcanzaba con su vuelo, por lo que decidí, dejarme atrapar, hasta morir, hasta que su lengua soltara tanto líquido dañino, que me transformara en un ser inerte, y así, no poder verte más.

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