Ya tengo los pies fríos,
pero aguanto por vergüenza, porque ninguno se mueve. Ahora ya sé
cómo hacen el pescado congelado y los helados esos del pie rosado.
¿Me pagarán bien por los míos? Son un treinta y cinco, dicen que
son grandes para mí edad, comparados con los de la tienda, hay para
repartir. Bueno, mejor morir congelado y ser un héroe a que te
recuerden como un cobarde.
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